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Anónimo
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Elizabeth, en los días siguientes, notó primero una pícara alegría en el rostro de Adriana. Más juguetona, sencilla, apacible. Sin embargo, con el paso de algunas semanas, su gesto se tornó más hosco de lo normal. Más apagado de lo habitual.
Hasta que, un día, simplemente acudió con ella.
-Miss, necesito un favor.
-Adriana, qué milagro. Lo que necesites.
-Es que, verá, estoy embarazada.
Yo estaba ahí. Yo vi el rostro de Eli encenderse en fuego porque olía lo que había ocurrido. Alejandro no me contó, pero tuve que ir yo a sacarle información.
Adriana siempre negó que fuera él. Ella insistía en que fue otro muchacho, un amigo de su barrio. Con todo y que el maestro me lo presumió con un trofeo y que Elizabeth le contó a la muchacha que su querido profesor había confesado todo.
El embarazo se interrumpió en una visita fugaz a la capital. Y, a partir de ahí, todo fue cuesta abajo.
El rumor de que Adriana se había embarazado la aisló más de sus compañeros. Sus calificaciones bajaron, su interés por las clases se fue al demonio. Llegó la maldita pandemia para comerse su último semestre, mientras su tía fallecía de Covid. A eso hay que sumar que tuvo que ver cómo Linda, la niña bonita de la escuela, presumía por debajo de la mesa ser la novia del profesor que le quitó la virginidad después de ser su figura paterna.
Fueron meses en los cuales Elizabeth y yo la rescatamos. La conectamos con especialistas que, entre los dos, pagamos. Fue un milagro que alcanzara a inscribirse en una carrera universitaria privada de administración, la cual paga trabajando de medio tiempo como becaria en una constructora.
Intenté preguntarle cómo se sentía cuando atraparon a Alejandro. Ella me confesó que lloró muchísimo, que se sintió un juguete, como una figura decorativa perteneciente a una colección de muñecas. Pero, aún así, no creía que el maestro mereciera tanto sufrimiento. Sólo esperaba que aprendiera la lección. Por desgracia para él, el aprendizaje fue en fuego.
Alejandro está en prisión, deseando morir muy seguramente. Sus chicas han hecho su vida. Elizabeth y yo somos amantes ocasionales, puesto que ella no cree que podamos ser ya pareja después de todo lo que