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Mi cuñada fué mi mascota
[A]
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7009 Mi cuñada fué mi mascota
Anónimo

/#/ 7009 []

Antes de comenzar, quiero dejar algo claro: no estoy orgulloso, pero no negaré que fue muy divertido.

Tendría alrededor de 16 años. Era bastante inexperto sexualmente; solo había tenido relaciones dos veces. Mi hermano mayor, que vivía con nosotros después de que su matrimonio terminara mal, trajo a su nueva novia a casa para presentarla a la familia. Se llamaba Luisa: una pelirroja natural de 1.56 m, delgada, con unas tetas absurdamente grandes y un culo de ensueño. Tendría unos veintitantos años. Desde el primer momento, quedé flechado. No miento cuando digo que fue el motivo de muchas de mis pajas durante la adolescencia. Para mí, era la representación misma de la lujuria.

Mi hermano trabajaba como un perro, salía a las 8-9 de la mañana y no volvía hasta la 1 o las 2 de la madrugada. Yo pasaba casi todo el día en mi cuarto, escuchando música o jugando *The Legend of Zelda: Twilight Princess*. Recuerdo que estaba atascado en una mazmorra, leyendo una guía en la PC de la sala, cuando ella pasó por ahí. Se acercó animada, preguntándome si estaba jugando ese Zelda, porque a ella le encantaba pero nunca había tenido oportunidad de probarlo.

Ese fue el inicio de nuestras tardes juntos. Luisa se sentaba a mi lado en la PC, viendo lo que hacía o escuchando música mientras hablábamos de cualquier cosa. La convivencia avanzó, y con ella, la tensión. Llegó un punto en el que entraba sola a mi cuarto para hacerme compañía mientras jugaba o veía series. Pronto, ya prácticamente vivía allí: dejaba su ropa, almohadas y otras cosas en mi espacio.

Por las noches, la veía con una bata de seda que marcaba la silueta de sus senos. Verlos así, levantados y tentadores, me hacía delirar. Fantaseaba con arrancarle esa bata y cogerla como un poseso mientras recorría la casa a oscuras. Hoy pienso que lo hacía a propósito, para que yo la deseara.

Ella sabía que me acostaba tarde, casi a las 3 AM, así que también sabía que yo escuchaba cuando mi hermano la cogía . Los gemidos que salían de su habitación me daban celos, pero también morbo. No podía evitar masturbarme imaginando que era yo quien la hacía gemir así, quien la rellenaba como un pavo de Navidad.

Con el tiempo, estableció una rutina conmigo. Como estaba de vacaciones y podía dormir hasta tarde, ella aprovechaba para meterse en mi cama después de que mi hermano se iba a trabajar. No era algo sexual, solo dormir juntos. Luego pasaba el día entero conmigo, hasta las 9 o 10 de la noche, justo antes de que él regresara.

Un día, amanecí jugando y obsesionado con sus pezones. Por más pajas que me hacía, el deseo no desaparecía. Al contrario, crecía. Sus panties, que dejaba en mi cuarto como regalos involuntarios, eran mi único consuelo. Aquella mañana, eran las 7 AM. No había dormido nada, y mi hermano ya se había ido. Estaba en plena paja, sentado en la cama, con sus bragas en una mano y mi pene a punto de explotar en la otra, cuando ella entró sin avisar.

Su cara pasó del asombro a la vergüenza en segundos. Analizó la situación, dudó un momento y, sin decir nada, se marchó disculpándose. Pero lejos de avergonzarme, su reacción me excitó más. La sensación de haber sido pillado encendió algo en mí. Me la jugué y acabé eyaculando en sus panties negras.

Después de eso, me dormí como un bebé. Ese día, ella no volvió a entrar en mi cuarto, y yo decidí no mencionar el tema. Pero unos días después, con la puerta abierta mientras jugaba *Mario Party*, la vi pasar varias veces por el pasillo, mirando hacia adentro como si quisiera entrar. Finalmente, reunió valor y me pidió permiso para sentarse al borde de la cama.

Acepté, y jugamos como si nada hubiera pasado. Hasta que, de pronto, se levantó y cerró la puerta. Se acostó boca abajo a mi lado y me propuso un trato: jugaríamos minijuegos, y el perdedor tendría que hacer una penitencia.

Yo tenía mi estrategia: si perdía, le quitaría la ropa poco a poco. Pero no contaba con que la muy hija de puta era una máquina jugando. Perdí la primera ronda, y ella me pidió un masaje en la espalda.

Empecé a masajearla por encima de la ropa, con una erección que amenazaba con romper mi pantalón. Era imposible disimular. Entonces, me dijo que con ropa era incómodo y se quitó la camiseta, dejando al descubierto su espalda blanca y llena de pecas que me tentaban a besarlas.

Mi corazón latía a mil. Toda la sangre de mi cuerpo parecía haberse concentrado en mi pene. Mis manos, frías y sudorosas, recorrían su piel con una mezcla de nervios y excitación. Llevaba puesto un sostén blanco de encaje, y cuando llegué al broche, ella me preguntó con la voz más dulce que he escuchado en mi vida:

—¿Quieres que lo desabroche para que me des mejor el masaje?

No pude hablar. Solo asentí.

El sostén dejaba marcas en su piel, prueba del peso de esos senos perfectos. Masajeé su espalda con una dedicación casi religiosa, bajando poco a poco hasta sus nalgas. Mis dedos se deslizaron por encima de su pantalón, sintiendo el calor y la humedad de su sexo a través de la tela.

En ese momento, ella se despertó (o fingió despertarse) y se incorporó, dejándome frente a la imagen más deliciosa de mi vida: de pie, esbelta, con sus pechos firmes y pezones rosados, mirándome con una expresión entre lujuriosa y depredadora.

Se acercó, me empujó suavemente contra la cama y bajó la mirada hacia mi pantalón. Con dedos hábiles, desabrochó el cierre y liberó mi pene, que palpitaba de necesidad.

Lo que siguió fue el mejor sexo oral que he recibido en mi vida. Chupó con una destreza que me hizo ver estrellas, sin perder contacto visual, como si quisiera memorizar cada una de mis expresiones. No duré ni cinco minutos. Cuando vine, fue con una fuerza que nunca antes había sentido.

Ella no se apartó. Siguió chupando, limpiando cada gota con su lengua antes de levantarse y darme un beso profundo, lleno de promesas.

—Tengo que irme —dijo—, pero tú y yo ahora tenemos un trato.

Se vistió y me dejó allí, deslechado, con el corazón a mil y pene palpitando por más.

Imagen referencial de su cuerpo


>> Anónimo /#/ 7015 [X]
Y como sigue??? Como sigue?????

>> AnónimoOP /#/ 7020 [X]
>>7009 (OP)
Los días fueron pasando, y pronto se volvió costumbre que cada noche hubiera un masaje. Ella, completamente desnuda, se tendía boca abajo en mi cama, relajada, mientras yo aprendía a explorar cada rincón de su cuerpo. Mis manos, torpes pero deseosas, acariciaban cada pliegue como si fueran las de un ciego descubriendo un mapa. Iba lentamente desde su espalda tersa hasta sus glúteos, masajeando con esmero, hasta que era ella misma quien abría las piernas y me revelaba el tesoro más deseado.

Mis dedos, aún inexpertos, ejercían una presión suave sobre su sexo húmedo, y ella me acompañaba en un vaivén lento con sus caderas. No mentiré diciendo que era un maestro de los masajes: apenas estaba aprendiendo, descubriendo junto a ella lo que le gustaba y lo que no.

Casi siempre terminaba complaciéndome con la boca. Lo hacía con tal destreza que un día logró hacerme acabar con un simple movimiento de su dedo pulgar sobre mi glande. Lo masajeaba en círculos, recorriendo mi uretra con precisión hasta volver a la cima. Con esa mínima presión me hizo ver estrellas, y luego se lamía la mano con una expresión de satisfacción que me enloquecía.

Después de cada encuentro, solíamos relajarnos viendo un anime o alguna serie. A veces, ella parecía feliz solo observando cómo yo jugaba y pasaba niveles en la consola, aunque en ocasiones se la notaba distraída.

Una tarde, tras el masaje de rutina, se abalanzó sobre mí como una fiera hambrienta. Me besaba con entrega, profunda y ansiosa. Guiaba mis manos: una a su pecho, la otra a su nalga. Con voz entrecortada me pedía que la apretara fuerte, porque le encantaba. Al mismo tiempo, sus manos buscaban mi pene, acariciándome mientras se aferraba a mi cuello con mordiscos que me hacían estremecer.

De pronto, con la precisión de un lince, me montó con un movimiento rápido y certero. Mi pene entró en su interior caliente y estrecho, y su gemido de placer fue tan real, tan profundo, que entendí que llevaba tiempo contenido. Yo quedé mudo. Aquello no se parecía en nada a mis experiencias anteriores. No había nervios ni torpeza, solo la sensación única de estar dentro de ella, sin barreras.

Se movía despacio, con un vaivén suave que me desesperaba de placer. Subía con lentitud, bajaba con cuidado, asegurándose de que yo sintiera cada rincón húmedo de su sexo. Cuando percibía que lo disfrutaba más, aumentaba la velocidad, para luego volver a frenarse. En medio de todo, me pidió que le chupara los pezones, que la ayudara a alcanzar el clímax. Yo, como un náufrago sediento, me aferré a sus pechos, succionando y mordiendo con desesperación.

Sus gemidos se volvieron cada vez más intensos, los embates de su cadera eran brutales, hasta que no resistí más y la llené con la mejor eyaculación que recuerdo. Podía sentir cómo su vagina se contraía, exprimiendo cada gota. Pero no se detuvo: cabalgó con más fuerza hasta proclamarse dueña de mi cuerpo, alcanzando su orgasmo con un gemido gutural y una presión tan intensa que me hacía tocar el fondo de su sexo.

Quedamos exhaustos en esa posición, ella rendida sobre mí, mientras yo la besaba suavemente en el rostro. Nos dormimos así, entrelazados. Al anochecer, me despertó con un beso de despedida y una frase corta:

—Nos vemos en la mañana.

>> Anónimo /#/ 7027 [X]
ufff más de esas tetas negro

y como se hizo tu mascota y por cuánto ?
estaré esperando

>> Anónimo /#/ 7035 [X]
Excelente relato negro, sigue

>> Anónimo /#/ 7037 [X]
tmr ngro que rico relato, le das un toque muy cómodo para leer, que rica experiencia, espero ver mas pronto!

>> AnónimoOP /#/ 7064 [X]
Recuerdo esos días con cariño y con morbo, como si hubieran sido de ensueño.
Cada jornada estaba avivada por la llama de la lujuria y el sexo desenfrenado. Con ella aprendí los placeres de la piel, y poco a poco caímos en el juego de la dominación. Fue ella quien lo propició: le gustaba ser sometida, reducida, humillada. Con el tiempo, aprendí a convertirme en lo que deseaba: su amo.

Recuerdo bien el día en que sellamos nuestro pacto. Era una mañana tranquila; estábamos solos en casa. Yo debía salir a una cita, pero ella buscaba retenerme. Entró al baño con la excusa de bañarse. Yo, distraído, la esperaba en la sala mientras chateaba en el teléfono. Pasaron cuarenta minutos eternos, hasta que salió envuelta apenas en una toalla ajustada a su cuerpo, lo suficientemente corta como para dejar ver la caída de su hermoso culo blanco.

Obviamente caí en su juego como un perro hambriento. Ella se detuvo frente al espejo de cuerpo entero de la sala, contemplándose. Me acerqué por detrás y posé mis manos en su cintura, besando suavemente su cuello. Ella, en un gesto de aceptación, presionó sus nalgas contra mi erección. Mis manos recorrieron la tela hasta alcanzar sus pechos, jugando con ellos, mientras sus manos buscaban mi rostro y me acercaban más.

La toalla cedió y cayó al suelo, revelando su piel prístina y tersa. Saqué mi pene, ya palpitante, y ella, apoyándose contra el espejo de espaldas a mí, se puso de puntillas para recibirlo. No hizo falta más: su sexo húmedo y ardiente lo pedía a gritos. La primera embestida la hizo gemir, y enseguida redoblé el ritmo con fuerza, azotando su cuerpo mientras jugaba con sus pezones y observaba su expresión en el reflejo. Ella deseaba ser vista, y yo era testigo y verdugo de aquel desenfreno.

Mi corazón latía a mil; la idea de ser descubiertos me excitaba aún más. Entonces, dominado por la lujuria, le propuse abrir las ventanas para que cualquiera pudiera vernos. Pensé que se negaría, pero sucedió lo contrario: fue ella misma quien interrumpió el acto para abrirlas.

Me senté en el mueble, y ella, sin dudar, se montó sobre mí. Cabalgaba con fuerza, con arremetidas cada vez más profundas. Yo devoraba su cuerpo sudoroso, besando cada rincón disponible. Cuando estaba a punto de acabar, le pedí que se apartara, pero ella ignoró mi súplica y aceleró más. Intenté detenerla, pero fue imposible. Solo me abandoné al momento, dejándome llevar mientras la llenaba con todo mi semen.

Ni siquiera entonces se detuvo. Siguió cabalgándome, pidiéndome que aguantara un poco más, que la dejara llegar, pero que la ahorcara mientras lo hacía. Obedecí, y lo increíble fue que, incluso después del orgasmo, la sensación se volvió aún más placentera. Ella alcanzó el clímax gritando de manera bestial, su cuerpo temblando bajo mis manos.

Cuando parecía que todo había terminado, mi miembro endurecido volvió a la carga. La giré sobre el mueble, levantándole las piernas, y la penetré con embestidas rápidas y profundas. Ella estaba en éxtasis total, y yo descargué dentro de ella una vez más.

Exhausto, me tendí a su lado. Mientras recuperaba el aliento, pensaba en advertirle que debíamos hacer algo, porque me había corrido dentro. Pero antes de que dijera nada, ella me miró y, con una sonrisa traviesa, soltó:

— Sabes he pensado bien y quiero ser tu gatita, tu mascota. Pero tendrás que alimentarme y cuidarme muy bien. ¿Qué te parece?

Obviamente acepté.

Desde ese día, nuestra relación de amo y mascota se intensificó. Gracias a ella descubrimos el exhibicionismo, el sexo en público y muchos otros juegos que jamás pensé explorar.

>> Anónimo /#/ 7072 [X]
ufff que rico que su morbo haya llegado hasta ese nivel, la prrita se cuido las veces que le terminaste dentro? que delicia ngro

>> Anónimo /#/ 7076 [X]
enseña más ese cuerpo negro
cuanto te duro el gusto ?
seguro se veía riquísima con lencería, tu sabiendo que lleva debajo y llega tu hermano sin saber nada

>> AnónimoOP /#/ 7087 [X]
>>7072
Negro, sinceramente, durante ese año ella no quedó embarazada porque usaba un dispositivo hormonal. Todos los días era fácil echar dos o tres polvos; era una auténtica ninfómana.

Llegó un punto en el que ya me había "entrenado" para seguirle el ritmo y tener el mismo apetito sexual que ella.

Era bastante depravada. Recuerdo un domingo que estábamos cocinando una lasaña. Yo preparaba la bechamel y mi hermano acababa de llegar. Ella, de mil amores, no paraba de tentarme para coger en el baño mientras todos estaban en la reunión familiar. En un momento, mi hermano entró en la cocina y notó que algo raro ocurría, pues ella me abrazaba de manera muy insistente. Él le dijo: "Mira, explícame qué es esta confianza con mi hermano". Y su respuesta fue: "Bueno, es que yo soy su mascota y él tiene que alimentarme, ya que tú no lo haces. Además, ¿no ves que tiene lechita? Y yo amo la leche".

Me quedé paralizado al escuchar eso. Solo la miré con cara de intriga. Mi hermano estaba perplejo y le espetó: "¿Estás loca? ¿Qué coño dices? Eso se presta a malinterpretaciones". Ellos se quedaron discutiendo toda la tarde en la cocina, y yo simplemente desaparecí hacia mi cuarto.

Después de la comida más incómoda de mi vida, me fui a casa de unos amigos y regresé como a las 9 PM. Ella estaba en la sala, a oscuras. Mi hermano se había ido tras una fuerte discusión. Me senté con ella y hablamos. Me explicó que no lo había hecho con mala intención, solo estaba excitada en ese momento, pero reconoció que la había cagado.

Esa noche cogimos como locos.

>>7076

Negro me mataba de lujuria saber que me estaba cogiendo a la mujer de otro y lo tanto que ella me deseaba, básicamente fué mi mujer por un año.

>> AnónimoOP /#/ 7088 [X]
https://gofile.io/d/0BnoNn

Aquí dejo unas fotos, la ultima es la más actual donde ella debe estar muy cerca de los 40 y una despues del periodo que estuvo conmigo.

>> Anónimo /#/ 7095 [X]
>>7088 uffff kbron que rico comiste, tiene unas tetotas bien deliciosas esa perrita, debió ser riquisimo cojer sabiendo que tu hermano estaba mosqueado con el tema

>> Anónimo /#/ 7100 [X]
jajajaja que buen año te toco
no guardaste más fotos de esa época¿

tiempo después aún tenían algo o se murió todo ?

no tuvo un hijo tuyo? era lo mínimo si era tu mascota

>> Anónimo /#/ 7117 [X]
>>7088
No concuerda, primero tiras que tiene ventitantos y ahora 40?

>> Anónimo /#/ 7137 [X]
>>7117
No te dieron comprensión lectora de peque?

>> Anónimo /#/ 7140 [X]
>>7095

Creo que ella despertó en mi un deseo tan voraz y maldito que muy pocas pueden llegar a satisfacer.

>>7100
No, era muy joven y pendejo en esa época. Me dediqué a vivirla al máximo con ella .
Ella en la época del 2015-16 trató de buscarme, fué hasta mi casa pero yo estaba en una relación de hecho con alguien y me fué imposible escaparme para vernos porque mi ex iba a sospechar demasiado y decidí dejar pasar esa oportunidad.
tiene 2 larvas y sinceramente creo que la maternidad le sentó malísimo.


>>7117
Negro entre ella y yo había una brecha enorme de edad. Eso pasó hace unos 16-17 años atrás más o menos


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